Eugenia se acostó y cerró los ojos, siguiendo el ejemplo de su marido. Soñó que conocía a un hombre atractivo y se acostaba con él, Antonio se enteraba.
-¿Qué le puedo decir? No quiero que me deje. Todavía cuando uno es el cornudo tiene derecho a enojarse, yo ni eso. No lo quiero perder.¿De qué voy a vivir? ¿Y si nadie más me quiere?
Despertó sudando y decidió abandonar su plan, más por miedo que por su alta calidad moral o por el amor restante en su relación.
-No me vaya a quedar como el perro de las dos tortas. Sentí horrible al engañarlo, no me imagino la angustia si hubiera sido real.
Y así Eugenia renunció a su libertad y a un futuro de aventuras prometedoras.
Que triste, lo peor es que eso pasa muchas veces en la vida real, a veces ni siquiera es pensando en el dinero, a veces es simple comodidad.
ResponderEliminarAhhhh! qué triste .o.
ResponderEliminarMe la imaginé con el nuevo título de Ángeles Mastretta. Gracias por sus comentarios. :D
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