domingo, 25 de septiembre de 2011

#SomosCuentaCuentos

¡Hola!Un amigo y yo hicimos un cuento y lo publicamos por partes en twitter. Ya terminó, pero pensamos hacer otros.Pueden seguirnos como @sourpageturner y @kakolokiyam_

Aquí les dejo la pasada. Está en párrafos muy cortos por el medio que utilizamos. Para encontrar nuestras historias el hash es #SomosCuentaCuentos. Si lo cambiamos también dejaré una notita por aquí.

Gracias.


No sé cómo llegué a vivir en esta cueva cerca del mar. La gente me parece muy extraña y hasta repulsiva; pero... debía comerla para vivir.

Eran comunes las desapariciones en la costa. Todos lo atribuían a las altas mareas. Si alguien fisgoneaba era una ventaja: la comida venía a mí.

Un día llegó un ser humano que no se parecía a ningún otro. Era una chiquilla de unos 14 años. Pequeña, delgada, y  de cabello rubio. Me siguió.

Me vio entrar a la gruta cuando la marea era baja. Pisaba huesos de años atrás mientras seguía al viejo raro de melena canosa.

Ella se escondió tras una roca. Yo arrancaba la carne pegada a los huesos de mi última presa. Fingí ignorar su presencia. Ella era la siguiente.

La marea comenzó a subir. Nadie podría haber salido de allí, las corrientes chocaban con una fuerza tal que despedazaría al hombre más fuerte.

No fingí más. Cuando me acerqué la niña salió de su escondite, dio unos pasos hacia lo que quedaba del fallecido, lo señaló y preguntó: “¿me das?”

A pesar de la oscuridad vi sus dientes relucir. Había un brillo de infancia y maldad en sus ojos. En verdad quería probar. Sentí miedo.

Casi no hablábamos, pero no era necesario. No me dijo su nombre. Éramos testigos de los crímenes del otro.

Sólo estábamos juntos para sobrevivir. Comer, matar, coger. No nos amábamos, yo nunca he amado a nadie. Sólo era instinto animal.

Era una asesina nata, yo un aislado social. Ella era cruel, lo disfrutaba. Yo sólo comía carne humana, no sabía relacionarme con los demás.

Vivimos así por varios años. No sé cuánto tiempo pasó. Se convirtió en una hermosa joven y una asesina perfecta.

Ella sabía que era buena en su tarea, había desarrollado su habilidad al máximo. Se confiaba cada vez más, esa fue mi perdición.

Una noche llevó una víctima. Fue distinto. Quería divertirse, torturarla antes de la cena. Así lo hizo. Entonces supo que no necesitaba más de mí.

A la mañana siguiente del festín me encontré solo. No me molesté en buscarla, ya llegaría más tarde. De saber mi destino hubiera huido.

Horas después, escuché un fuerte barullo entrar a la cueva. Lloraba y hacía gala de una gran actuación. La pequeña perra me había delatado.

La habían sorprendido secuestrando un bebé. Mintió, dijo que la había obligado a llevármelo hasta la cueva. A él y a los otros desaparecidos.

Ahora me encuentro esperando a que caiga la guillotina sobre mi cuello, mientras ella sonríe entre el público. Ya no hay testigos que la delaten.



jueves, 11 de agosto de 2011

Una mujer

No podía dar crédito a sus ojos. Esa rubia era lo más hermoso que había visto en la vida. Magda sintió cosquillas en el estómago y en otras partes. Cuando se dio cuenta que llevaba unos 15 segundos sin la hablar, la empleada repitió- Buen día. ¿Qué va a llevar?

-Un capuchino frappé- respondió avergonzada.

Discretamente miró sus senos perfectos y descubrió un gafete con su nombre: Rosalía.

Magda le llevaba unos 15 años, la chica tendría a lo mucho unos 22. Se sintió vieja, gorda y arrugada.

Aún así, fue fielmente a comprar su café matutino para cruzar las 9 palabras diarias con Rosalía.

Magda había tenido muchos novios, pero ninguno que la hiciera sentir así. La verdad sus novios habían sido tan importantes como el mobiliario de su casa: cómodos, aburridos, nada especial. Grandes roperos con llaves pequeñas.

Un mal día llegó con tiempo de sobra a la cafetería desierta. Se sentó a sorber su café en una mesita en donde no perdiera de vista esos ojos verde-miel por los que vivía.

Se abrió la puerta de cristal y entró un joven bien vestido. Rosalía abrió mucho los ojos y casi gritó -¿Qué haces aquí?

-Se me olvidaba ésto.- Y la besó. No fue algo espectacular, fue uno de ésos que dicen "nos vemos luego".

El hombre salió tan rápido como entró y dejó a Rosalía con una sonrisa en la boca.

Entonces Magda tuvo una epifanía. Ya sabía lo que necesitaba para ser tan feliz como aquel muchacho:una mujer. Y no se detendría hasta encontrarla.

Aclaración

Mis cuentos son fantasía, no pretendo ofender a nadie.

A veces escribo mi opinión sobre un tema, pero especifico cuando lo hago.

Gracias.

¿Y si María hubiera dicho "no"?

María se encontraba peinando su larga cabellera negra cuando un resplandor la obligó a voltear.


-¡Aaaaaah! ¿Quién eres?
-Soy el Espíritu Santo, María.Vengo para que seas la madre de nuestro salvador.
-¿Quée? ¡No! ¡Vete!


Y así estuvo visitándola por semanas, fiel a su misión. Incluso intentó seducirla un día cuando llegó con forma de una hermosa paloma, también falló.


¿Por qué no entiendes? Que sea virgen no significa que esté esperando la tarea de Dios. Lo soy debido a que los hombres son repugnantes, sucios y despreciables. Ya le he dicho lo mismo a ese carpintero que no me deja en paz.


El encomendado del Señor por fin entendió que María nunca aceptaría la desagradable labor de cargar a Jesús en su vientre. El mundo no fue rescatado por ningún hijo de Dios, hubo hambre, guerras y pestes. Sin embargo, María vivió muy feliz el resto de sus días después de huir y no dejar rastro. Vivió como una virgen común y corriente que se masturbaba ocasionalmente y lavaba ropa en el río.

Ser fiel

-"Eugenia", ¿A quién se le ocurre ponerle ese nombre a una bebé? Desde niña ese nombre me condenó a convertirme en señora. Siempre seria y formal ocupando las filas del cuadro de honor en la primaria. Acabé la carrera y me casé con mi único novio. No tuve hijos porque no pude, no porque no quisiera. Mi vida ha sido aburrida. No puede ser que a mis 40 sólo me he acostado con un hombre. Ya me cansé, me voy a divertir-Pensó mientras la prominente barriga de Antonio subía y bajaba al compás de su respiración.

Eugenia se acostó y cerró los ojos, siguiendo el ejemplo de su marido. Soñó que conocía a un hombre atractivo y se acostaba con él, Antonio se enteraba.

-¿Qué le puedo decir? No quiero que me deje. Todavía cuando uno es el cornudo tiene derecho a enojarse, yo ni eso. No lo quiero perder.¿De qué voy a vivir? ¿Y si nadie más me quiere?

Despertó sudando y decidió abandonar su plan, más por miedo que por su alta calidad moral o por el amor restante en su relación.

-No me vaya a quedar como el perro de las dos tortas. Sentí horrible al engañarlo, no me imagino la angustia si hubiera sido real.

Y así Eugenia renunció a su libertad y a un futuro de aventuras prometedoras.

lunes, 11 de julio de 2011

Idiota impune


El mejor amigo de Miranda era Javier,  le contaba todo lo que pasaba por su mente de 15 años. Javier la entendía mejor que cualquier niña.
Ella amaba tomar fotografías y un día decidió llevar su cámara al colegio. De repente alguien se la arrancó de las manos mientras tenía la mirada fija en unos desconocidos que jugaban baloncesto.
-¡Oye!... Ah, eres hermano de Javier, ¿no? Todos ustedes son idénticos de la cara, hasta Vale.
-Sí, me llamo Adrián.
-¿Me la devuelves?
-No.-Dijo sonriente e instantáneamente Miranda frunció el ceño.
-Sólo si me dejas acompañarte a tu casa.
-Supongo que no tengo opción.
Caminaron bajo la calurosa tarde por casi media hora. Adrián intentaba tomarla de la cintura mientras ella se dedicaba a esquivarlo y a fingir que nada sucedía. La verdad es que Miranda sólo tenía ojos para César desde hacía meses.
-Bueno, llegamos. ¿Me la das?
-Está bien, pero… ¿me dejas pasar a tu baño?
Ella tontamente accedió y abrió la puerta de su casa. Tardó más en sacar las llaves de su bolsillo que el tiempo que le tomó a Adrián entrar, cerrar la puerta y derribarla.
El estómago de Miranda se hizo un nudo y el torrente de palpitaciones no se detuvo. ¿Cómo podía estar pasando esto? ¿No eran cosas que sólo pasaban en películas? ¿Por qué Adrián no era como Javier? ¿Por qué había sido tan estúpida?
Forcejearon por dos horas que parecieron un limbo de terror para Miranda.
Varias veces intentó golpearlo, pero la mano de él siempre detenía su puño. Una adolescente de 45 kilos no era suficiente para hacerle daño a alguien del tamaño de Adrián.
Gritó pero nadie la escuchó. Intentó huir pero cada vez que ella se arrastraba lejos él la traía de vuelta a su cuerpo con facilidad. La doblaba en peso y le sacaba al menos unos 20 centímetros de estatura.
Fue un milagro que él no consiguiera lo que buscaba ese día. Quizás Adrián tuvo miedo de que alguien lo encontrara o se cansó de pelear y así como llegó se fue.
Miranda lo odió desde ese día y detestó aún más verlo el resto del año en la escuela. Luego lo olvidó, hasta que un día en la universidad se lo encontró frente a frente en la cafetería.
-¿Qué te pasa?- Preguntó su novio.
-¿Ah? N-nada.- Respondió ella tartamudeante.
La verdad es que Miranda lo odia, pero aún le teme. Y la verdad es que Adrián sigue siendo el mismo idiota impune de entonces.

Adiós

Me sorprendió un poco el frío del metal en mis pies. El Sol brillaba en lo alto, era un día hermoso y común.

Después del trabajo debía regresar a casa, pero hoy me detuve a ver el fútil horizonte.

El vestido se me levantaba con el viento mientras mis tacones vacíos, tirados sobre el concreto del puente peatonal, me veían balancearme encima del plateado pasamanos.

Me despedí de mis amigos del número cuatro y salté.