Aquí les dejo la pasada. Está en párrafos muy cortos por el medio que utilizamos. Para encontrar nuestras historias el hash es #SomosCuentaCuentos. Si lo cambiamos también dejaré una notita por aquí.
Gracias.
No sé cómo llegué a vivir en esta cueva cerca del mar. La gente me parece muy extraña y hasta repulsiva; pero... debía comerla para vivir.
Eran comunes las desapariciones en la costa. Todos lo atribuían a las altas mareas. Si alguien fisgoneaba era una ventaja: la comida venía a mí.
Un día llegó un ser humano que no se parecía a ningún otro. Era una chiquilla de unos 14 años. Pequeña, delgada, y de cabello rubio. Me siguió.
Eran comunes las desapariciones en la costa. Todos lo atribuían a las altas mareas. Si alguien fisgoneaba era una ventaja: la comida venía a mí.
Un día llegó un ser humano que no se parecía a ningún otro. Era una chiquilla de unos 14 años. Pequeña, delgada, y de cabello rubio. Me siguió.
Me vio entrar a la gruta cuando la marea era baja. Pisaba huesos de años atrás mientras seguía al viejo raro de melena canosa.
Ella se escondió tras una roca. Yo arrancaba la carne pegada a los huesos de mi última presa. Fingí ignorar su presencia. Ella era la siguiente.
La marea comenzó a subir. Nadie podría haber salido de allí, las corrientes chocaban con una fuerza tal que despedazaría al hombre más fuerte.
No fingí más. Cuando me acerqué la niña salió de su escondite, dio unos pasos hacia lo que quedaba del fallecido, lo señaló y preguntó: “¿me das?”
A pesar de la oscuridad vi sus dientes relucir. Había un brillo de infancia y maldad en sus ojos. En verdad quería probar. Sentí miedo.
Casi no hablábamos, pero no era necesario. No me dijo su nombre. Éramos testigos de los crímenes del otro.
Sólo estábamos juntos para sobrevivir. Comer, matar, coger. No nos amábamos, yo nunca he amado a nadie. Sólo era instinto animal.
Era una asesina nata, yo un aislado social. Ella era cruel, lo disfrutaba. Yo sólo comía carne humana, no sabía relacionarme con los demás.
Vivimos así por varios años. No sé cuánto tiempo pasó. Se convirtió en una hermosa joven y una asesina perfecta.
Ella sabía que era buena en su tarea, había desarrollado su habilidad al máximo. Se confiaba cada vez más, esa fue mi perdición.
Una noche llevó una víctima. Fue distinto. Quería divertirse, torturarla antes de la cena. Así lo hizo. Entonces supo que no necesitaba más de mí.
A la mañana siguiente del festín me encontré solo. No me molesté en buscarla, ya llegaría más tarde. De saber mi destino hubiera huido.
Horas después, escuché un fuerte barullo entrar a la cueva. Lloraba y hacía gala de una gran actuación. La pequeña perra me había delatado.
La habían sorprendido secuestrando un bebé. Mintió, dijo que la había obligado a llevármelo hasta la cueva. A él y a los otros desaparecidos.
Ahora me encuentro esperando a que caiga la guillotina sobre mi cuello, mientras ella sonríe entre el público. Ya no hay testigos que la delaten.