El mejor amigo de Miranda era Javier, le contaba todo lo que pasaba por su mente de 15 años. Javier la entendía mejor que cualquier niña.
Ella amaba tomar fotografías y un día decidió llevar su cámara al colegio. De repente alguien se la arrancó de las manos mientras tenía la mirada fija en unos desconocidos que jugaban baloncesto.
-¡Oye!... Ah, eres hermano de Javier, ¿no? Todos ustedes son idénticos de la cara, hasta Vale.
-Sí, me llamo Adrián.
-¿Me la devuelves?
-No.-Dijo sonriente e instantáneamente Miranda frunció el ceño.
-Sólo si me dejas acompañarte a tu casa.
-Supongo que no tengo opción.
Caminaron bajo la calurosa tarde por casi media hora. Adrián intentaba tomarla de la cintura mientras ella se dedicaba a esquivarlo y a fingir que nada sucedía. La verdad es que Miranda sólo tenía ojos para César desde hacía meses.
-Bueno, llegamos. ¿Me la das?
-Está bien, pero… ¿me dejas pasar a tu baño?
Ella tontamente accedió y abrió la puerta de su casa. Tardó más en sacar las llaves de su bolsillo que el tiempo que le tomó a Adrián entrar, cerrar la puerta y derribarla.
El estómago de Miranda se hizo un nudo y el torrente de palpitaciones no se detuvo. ¿Cómo podía estar pasando esto? ¿No eran cosas que sólo pasaban en películas? ¿Por qué Adrián no era como Javier? ¿Por qué había sido tan estúpida?
Forcejearon por dos horas que parecieron un limbo de terror para Miranda.
Varias veces intentó golpearlo, pero la mano de él siempre detenía su puño. Una adolescente de 45 kilos no era suficiente para hacerle daño a alguien del tamaño de Adrián.
Gritó pero nadie la escuchó. Intentó huir pero cada vez que ella se arrastraba lejos él la traía de vuelta a su cuerpo con facilidad. La doblaba en peso y le sacaba al menos unos 20 centímetros de estatura.
Fue un milagro que él no consiguiera lo que buscaba ese día. Quizás Adrián tuvo miedo de que alguien lo encontrara o se cansó de pelear y así como llegó se fue.
Miranda lo odió desde ese día y detestó aún más verlo el resto del año en la escuela. Luego lo olvidó, hasta que un día en la universidad se lo encontró frente a frente en la cafetería.
-¿Qué te pasa?- Preguntó su novio.
-¿Ah? N-nada.- Respondió ella tartamudeante.
La verdad es que Miranda lo odia, pero aún le teme. Y la verdad es que Adrián sigue siendo el mismo idiota impune de entonces.
:S Perdón si no digo más pero... qué mal plan, qué fuerte!
ResponderEliminar¡Maldito idiota! ¡Deberían hacerle explotar las bolas!
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