jueves, 11 de agosto de 2011

Ser fiel

-"Eugenia", ¿A quién se le ocurre ponerle ese nombre a una bebé? Desde niña ese nombre me condenó a convertirme en señora. Siempre seria y formal ocupando las filas del cuadro de honor en la primaria. Acabé la carrera y me casé con mi único novio. No tuve hijos porque no pude, no porque no quisiera. Mi vida ha sido aburrida. No puede ser que a mis 40 sólo me he acostado con un hombre. Ya me cansé, me voy a divertir-Pensó mientras la prominente barriga de Antonio subía y bajaba al compás de su respiración.

Eugenia se acostó y cerró los ojos, siguiendo el ejemplo de su marido. Soñó que conocía a un hombre atractivo y se acostaba con él, Antonio se enteraba.

-¿Qué le puedo decir? No quiero que me deje. Todavía cuando uno es el cornudo tiene derecho a enojarse, yo ni eso. No lo quiero perder.¿De qué voy a vivir? ¿Y si nadie más me quiere?

Despertó sudando y decidió abandonar su plan, más por miedo que por su alta calidad moral o por el amor restante en su relación.

-No me vaya a quedar como el perro de las dos tortas. Sentí horrible al engañarlo, no me imagino la angustia si hubiera sido real.

Y así Eugenia renunció a su libertad y a un futuro de aventuras prometedoras.

3 comentarios:

  1. Que triste, lo peor es que eso pasa muchas veces en la vida real, a veces ni siquiera es pensando en el dinero, a veces es simple comodidad.

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  2. Me la imaginé con el nuevo título de Ángeles Mastretta. Gracias por sus comentarios. :D

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