domingo, 30 de enero de 2011

Reyes 2009

Era la tarde del 5 de enero. Hacía frío a pesar de ser casi las dos, la baja temperatura no impedía a la gente pasear por el centro del municipio. Parecía un día normal pero no lo era.

Desde las nueve de la mañana, hora en la cual yo esperaba el camión, vi una escena graciosa. Un montón de colores se acercaban hacia mí. No era otra cosa sino un globero. Me sorprendió la siguiente escena cuando el joven que toca la campana del camión de la basura pasó corriendo a su lado.
Una imagen divertida: muchos colores y ruido ensordecedor.

Luego subí al microbus, me puse mis audífonos y olvidé lo que había sucedido. Al llegar al gimnasio vi a mis amigos inflando muchos globos, parecía como si fuera cumpleaños de alguno pero no era así. Ellos siguieron inflándolos mientras yo entrenaba. Cuando terminé Oswaldo me contó que había comprado 40 globos y los vendería.

Me cambié, me despedí de mis amigos y decidí ir a visitar a uno más a su puesto. Llegué y me contó que Oswaldo no iba a vender nada, que le dejó el trabajo a Héctor. “Pescadito”, como le llaman a Héctor, es un niño de unos quince años.

Pensé que “Pescadito” era demasiado joven para vender globos, para mí es un bebé. Además seguramente no le iban a pagar mucho. Y lamenté estar en lo cierto porque al amarrar débilmente los globos perdió cuatro.

Y ahí estuve sentada en el puesto platicando con mis amigos de temas insignificantes. Aún así me di cuenta del día poco común, no le había tomado mucha importancia porque ya no soy una niña. Pero no había pensado en quienes trabajan vendiendo juguetes o globos, quienes tienen hijos ni en los mismos niños.

Me pareció triste ver a un niño de unos 6 años diciéndoles a sus papás que juguetes quería que le compraran. Puede ser algo más práctico para ellos, pero quita un poco la magia de ser niño. Cuando creces vas perdiendo esa visión rosada del mundo, es normal, pero me alegro de haberla tenido alguna vez.

En cada esquina del centro de Tlalnepantla había globeros. Globos rosas, azules, verdes y amarillos. Unos más brillantes que otros. Con dibujos de los Reyes Magos o caricaturas.
Incluso pensé en comprar un globo para mí y otro para mi amiga Chio. Obviamente “Pescadito” intento convencerme, pero no escuché. Los globos son efímeros y faltaba mucho tiempo para el anochecer. Además, ¿Cuál era el sentido de hacerlo ahora?

Creía que lo más importante para un niño serían los juguetes en la mañana del 6 de enero. Pero, recordando anécdotas de mis amigos cuando eran pequeños, concluí que comprar el globo para lanzar tu carta también es muy importante. ¿Cómo iban a traerte algo los Reyes Magos si no se los pedías?

No fui a comprar juguetes en la noche,  ni acompañé a alguna mamá a hacerlo. Pero el cinco de enero es todo un espectáculo desde las nueve de la mañana o incluso desde antes.

3 comentarios:

  1. Yo aun mando mi globito =) ja!
    Pero no ya no pido juguetes, quiza deseos bobos y absurdos, pero aun creo que los reyes magos no son mis papas y que en algun lugar, donde quiera que sea que esten, me estan viendo, para concederme mis deseos si es que me porto bien :D

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  2. Yo quería un globo la vez pasada jaja. Pero... no sé qué sucedió. Y pues yo pido deseos al pastel de cumpleaños, a las estrellas y a la luna jaja.
    Y pues casi siempre pido lograr mis metas (las del momento). Quizás es lo que me pasa al no tener religión, le pido "ayuda" a todo.

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  3. jeje igual U^^ el pasado día de reyes me quedé con las ganas de comprarme un globo. De hecho en la casa donde antes vivía, me gustaba ir con mi hermana al parque a acostarnos en el pasto un día antes de reyes para ver flotar las nubes de globos que ese día se encuentran en el cielo U^^

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