Era un hombre. Como de unos veintitantos, mayor que yo, cansado, hastiado de la vida, aburrido. Miraba lo podrido de la ciudad pasar por la ventanilla.
En el transporte público nadie sabe qué hacer. Es difícil mantener contacto visual con alguien sin sentirte intimidado, también la proximidad nos pone nerviosos.
No sé, no puedo evitar sentir curiosidad y atracción por personas que los demás no toman en cuenta.
No hablamos. No notó que lo miraba. Aún así, eso me hizo recordar un encuentro que sucedió hace varios años.
Yo tenía unos dieciséis años, tal vez diecisiete. Iba con ropa deportiva negra y sudada. Nunca tenía miedo de viajar sola a ningún lado, me sentía muy valiente. ¿Qué me habrá pasado?
Frente a mí se encontraba el hombre más hermoso que hubiera visto. Sentado con la mirada en su libro, absorto en un mundo imaginario. Quise morderle su cabello rizado, me imaginé que sería como morder una nube.
Con mis ojos como platos continué así un rato. Nunca pensé que lo notaría. Después de un rato se sentó en el suelo, al lado mío. ¿Era eso una señal? ¿Coincidencia? Siempre he sido mala en las relaciones humanas. Me quedé más callada que la noche. Alrededor todo el mundo era un mar de pensamientos alejados de nosotros.
Ya casi llegaba a mi destino. Me alejé, salí del vagón y caminé. Perdí mi oportunidad.
Me encontraba perdida en una colonia desconocida. Empecé a temer y fingí tener sed para comprar un jugo y contar con un pretexto para preguntar por el lugar que buscaba.
Salí de la tienda escudriñando los oscuros letreros con los nombres de las calles. Caminé poco cuando escuché una voz detrás de mí.
-Hola.
La sorpresa fue tal que escupí el trago que le había dado a mi bebida. Me mojé la ropa. Volteé dispuesta a correr o a pelear. Era el chico del metro. Yo no sabía que hacer. No le respondí.
-Tranquila, no te voy a hacer nada. ¿A dónde vas?
Sin hacerle caso a todas mis precauciones contesté:
-A ver unas películas aquí cerca.
Puede haberme equivocado, pudo ser un asesino, pudo haberme secuestrado. Pero esa ha sido mi única historia de amor a primera vista. Fue un casi de muchos meses que nunca fue. Ese hombre siempre fue un acertijo, un filósofo, un dios griego. Nunca mi novio.
A veces lo extraño. Pero lo que más extraño es la fantasía, el altar en el que lo tuve más de un año. Y extraño esa historia que pudo haber sido sacada de un libro.
Eso me falta. Vivir para escribir.
Necesito vivir.
Waaaa.... es un recuento real???
ResponderEliminarLa manera en la que lo narras... es simplemente maravilloso, me hiciste sentirme como tuuu...
como si el desconocido me hablará...
Sí, es algo real. Pero creo que debería borrarlo.
ResponderEliminarEn la escritura un gran componente son las vivencias propias. Se escribe desde la sangre propia, desde el dolor de uno mismo. También se puede escribir del dolor de los demás pero entonces no será algo tuyo.
ResponderEliminarVive, escribe, vive escribe.
Acaso sea lo mismo.
;)
Muchas gracias. También escuché que "el que viaja mucho y lee mucho, ve mucho y sabe mucho".
ResponderEliminar